CAPITULO IV
El 17 de julio de
1936 estalló en nuestro país una espantosa Guerra Civil. Causó miles de
muertos, destruyó hogares, arruinó el país y llevó a mucha gente al exilio.
Muchos civiles fueron al frente y así lo hizo el actual marido de mi bisabuela.
Era un hombre de izquierdas y se marchó a luchar al frente de Asturias con el
ejército republicano. Al principio mi bisabuela se quedó en casa con su hijo,
pero con el tiempo y ante la insistencia de Emilio acabó acompañándolo al
frente.
Esta decisión no fue
fácil de tomar para ella y la retrasó todo lo que pudo. Se iba con su marido a
la guerra, pero lo más importante para ella era su hijo. Manolo tenía 10 años y,
aunque en la casa estaba bien cuidado, no tenía padre y, si ella moría en el
frente, el niño se quedaría huérfano. Finalmente, tomó la decisión de hacer un
documento notarial donde dejaba a Manolo bajo la tutela de Manina mientras ella
estaba ausente. Aunque ahora nos parezca raro, pues nosotros estamos
acostumbrados a conseguir la información y transmitirla a través de las nuevas
tecnologías de manera fácil y rápida, sin ningún tipo de esfuerzo ni espera.
Pero en el año 1936 podían pasar meses sin tener noticias de los familiares que
estaban luchando en la guerra. Estas personas tenían difícil la manera de
comunicarse, pues tenían que buscarse la vida para enviar una carta o bajar a
alguna localidad para ver si con un poco de suerte conseguían encontrar algún
teléfono para contactar con sus familias.
Así es como mi
bisabuela, muy a su pesar, se convirtió en miliciana. Con todo el dolor de su
corazón, dejó a su hijo y siguió a su marido al frente de batalla.
Os preguntaréis quiénes
eran las milicianas. Las milicianas eran mujeres pertenecientes al bando
republicano que se alistaron en la milicia para luchar contra el fascismo
durante la Guerra Civil y que rompieron con la idea de que la guerra era un
espacio exclusivamente masculino. Tenemos que entender que las mujeres durante
la Segunda República habían avanzado mucho camino en la lucha por la igualdad.
Desde el 9 de diciembre de 1931, con la promulgación de la Constitución, se
reconoce el derecho al sufragio femenino en España, podían votar a los 23 años;
además, se aprobó la primera ley del divorcio. Pero, a pesar de todo este
camino andado, durante la guerra, las que querían luchar en primera línea y
empuñar un arma se encontraron con muchos obstáculos y la mayoría de las veces
acababan haciendo labores en la retaguardia, como enfermeras o cocineras.
En el caso de mi
bisabuela, ella nunca tuvo intención de empuñar un arma. Como he comentado
anteriormente, ella siguió a su marido a la guerra por la insistencia de este y
con el tremendo dolor de dejar a su hijo, y su labor durante el tiempo que
estuvo en el frente de batalla siempre estuvo en la retaguardia, ayudando en lo
que podía.
Ella estuvo casi un
año en el frente de Asturias, pero enfermó y tuvo que regresar a casa. Estuvo
muy enferma y tardó bastante tiempo en curarse; contrajo el tifus. Tuvo que raparse el pelo porque el tifus lo
contagian fundamentalmente los piojos y las pulgas. Como imaginareis, la vida
en el frente no estaba llena de comodidades. Dormían en el suelo, en establos o
donde podían. Lo mismo ocurría con la higiene. Se lavaban en ríos con agua fría
y en invierno no era muy agradable, así que lo normal era pasar días, incluso
semanas, sin lavarse. Y en estas circunstancias lo normal era tener piojos o
que te picaran las pulgas.
Leonor regresó casa
con su hijo, pero la guerra no había terminado y en la casa se vivía otra cara
de la guerra. En nuestra familia siempre se han contado historias ocurridas
durante esos años. La historia de armas
escondidas en un aljibe es una de mis favoritas. ¿Sabéis lo que es un aljibe?
Pues es un depósito grande, generalmente bajo tierra, para recoger y conservar
el agua, especialmente de lluvia. En la casa había un aljibe enorme encima del
cual había un estanque con carpas de colores a las que mi madre daba de comer
cuando ella era pequeña. Bueno, había y hay, pues el estanque con los peces no
existe ahora, pero el aljibe sigue estando en el mismo sitio y la verdad es que
nunca se ha vaciado. En realidad, sí que se ha vaciado parcialmente, en una
ocasión en que a mi padre se le cayó un mechero grabado que le había regalado
mi madre y entre él y un amigo vaciaron parte del aljibe para recuperar el
mechero. En aquella ocasión no encontraron armas, así que puede ser que aún estén
escondidas. Cuenta la leyenda que cuando acabó la guerra y regresaron parte de
los combatientes del ejército republicano, entre ellos Emilio, el marido de
Leonor, y algunos de sus compañeros, tuvieron que esconder las armas en el
aljibe para que no se las encontraran en casa.
También durante la
guerra, la casa sirvió de refugio a una señora que se escapó de la cárcel de
mujeres que estaba en la calle del Monte, el antiguo convento de Las Oblatas,
que actualmente no existe, allí solo queda en pie una iglesia que no tiene
culto. Esta señora era una presa política y huyó a Francia, donde vivió muchos
años y no pudo regresar a España hasta que hubo democracia, que eso no fue
hasta la muerte de Franco, en 1975. El delito de esta mujer no era otro que
haber pertenecido a un sindicato.
Desde la casa se
escuchaban ruidos todas las noches de gente que atravesaba la huerta en su
huida. Allí nunca se puso impedimento alguno y se ayudó siempre que se pudo.
Milagrosamente, esto no las perjudicó, pues siempre habían estado muy bien
relacionadas con la iglesia y con personas que tuvieron bastante poder.
Pero esto no impidió
que, cuando Emilio regresó del frente, un vecino de Monte con el que tenía
disputas por unos terrenos le denunciara y le detuvieran. Emilio estuvo tres
años preso, desde 1939 hasta abril de 1942, en la cárcel de la Tabacalera, que
hoy es la Biblioteca Central de Cantabria. Como tantos otros por ser de
izquierdas y pertenecer al bando perdedor. Mi bisabuela le visitaba y le llevaba comida y
ropa limpia.
La vida durante los
años que siguieron al fin de la guerra no fue fácil para nadie. Había mucha
escasez. No había alimentos básicos suficientes y toda la comida estaba
racionada. Tenían las llamadas Cartillas
de Racionamiento, donde se limitaba la adquisición de alimentos básicos.
Estos alimentos eran de mala calidad y se puso de manifiesto a corrupción
generalizada y la aparición del mercado negro. Dadas estas carencias
nutritivas, aparecieron una serie de enfermedades relacionadas, como fueron las
hepáticas, la tuberculosis, gripe, las fiebres tifoideas, el paludismo y la
disentería, por falta de higiene. Los ancianos y los niños tuvieron un
alarmante índice de defunciones. El
racionamiento duró en España hasta mayo de 1952.
Ella seguía con la
vida en la casa. Trabajó muy duro, pues fueron unos años muy difíciles. En la
casa disponían de productos básicos, tenían animales, los frutales y las
verduras que se plantaban. Allí no se
pasó mucha hambre y se ayudaba a mucha gente que lo estaba pasando muy mal.
Nunca se negó un plato de comida a nadie.
Así pasaron los tres
años que Emilio estuvo en la cárcel. Salió en abril de 1942. A los pocos días
decidieron irse de excursión al Bocal para que Emilio pudiera pescar en la
costa donde lo había hecho desde niño. Después de tanto tiempo en la cárcel
necesitaba ver el mar. Llevaron la comida y fueron toda la familia: Leonor, Las
Tías, Manolo (tenía 16 años) y un amigo y varias amistades. Era un grupo muy
numeroso el que fue testigo de la nueva fatalidad en la vida de Leonor.
Una ola se llevo a
Emilio mientras pescaba en unas rocas, ante la mirada de todos, desapareció en
el mar. Estuvo nueve días desaparecido y ya habían perdido toda esperanza de
encontrar el cuerpo cuando un pescador que había leído un edicto en la Iglesia
de Monte, donde se ofrecía una recompensa si alguien daba alguna información,
se acercó a la casa y dijo que estaba el cuerpo metido entre unas rocas, pero
que no se podía ver nada más que desde el mar.
Leonor se había
quedado viuda de una forma dramática que todavía no asimilaba.
Me ha gustado como describes lo que pasaba en aquella época como lo de la guerra civil que pones al principio, lo de las milicianas o lo del racionamiento. Ademas el final me ha parecido muy interesante aunque dramático
ResponderEliminarMe ha gustado mucho que expliques lo que son las milicianas.
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