jueves, 28 de junio de 2018

PRÓLOGO


PRÓLOGO


Cuando Emma llegó a casa un día y nos contó que le habían encargado, como trabajo de Lengua, escribir una biografía de un miembro de la familia, ninguno tuvimos duda de quién era la persona más adecuada para protagonizar dicho trabajo.


La abuela Leo fue una persona extraordinaria, con sus luces y sus sombras, pero extraordinaria al fin y al cabo porque toda su vida, intencionadamente o no, huyó de lo ordinario y lo convencional.


Y no resultó una vida fácil. Vivió una de las etapas más convulsas de la historia de España, marcada por la inestabilidad política y el gran acontecimiento que dividió el país en dos, la Guerra Civil. Y aunque el papel de la mujer en esta sociedad fue cambiando, siempre parecía que la familia de Leonor era un oasis de progresismo en un mundo en el que la mujer era relegada, por la fuerte influencia de los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, al matrimonio, a la maternidad y el trabajo doméstico.



El ambiente tan excepcional en el que creció fue, sin duda, clave para forjar una personalidad fuerte, incluso indómita a veces, y siempre vivió de acuerdo a sus principios e ideas y nunca le importó lo que los demás pensaran de ella. Superó grandes enfermedades como el tifus, que le conllevó la pérdida del pelo (un estigma en la época), dos abortos provocados por cólicos nefríticos y un sinfín de reveses sentimentales. Sin embargo, nunca perdió ni el buen humor, ni las ganas de cantar y reír. NI siquiera las ganas de lucir piernas, introduciendo el uso de minifalda en la conservadora sociedad santanderina.


Gracias a este trabajo, Emma y otros miembros de la familia hemos tenido conocimiento de muchos detalles de la vida de Leonor que desconocíamos. Su vida fue tan intensa que hay detalles y hechos que su hija prefiere guardarse para sí a la espera de que la edad y la madurez permitan a Emma entenderlos.


Elsa Pérez Lombraña
(con la esencial colaboración de mi madre, Marianela Lombraña García)


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